Acabo de levantarme a comprobar que no tenía la calefacción puesta, que a veces soy muy despistada y soy muy capaz. Ya no sé si es la perimenopausia o que alguien ha encendido el horno. Esta mañana me he ido a caminar a las 8 de la mañana (sí, después de haber vuelto a las 3 de la verbena, y haberlo dado todo en la pista de baile) y ya estaba la playa llenita de gente, para mí que se quedaron a dormir y hacen vida ahí.
Llevo todo el año pensando que tengo que revisar el aire acondicionado, limpiarlo, comprobar que funciona correctamente, y ahora me doy cuenta de lo mucho que me gusta procrastinar. Ahora me hierve la sangre de la rabia, autoenfado lo llamo, y que seguramente hace tanto calor que también es literal. Empiezo a parecerme a una amiga, que se pasa el día explicándome el calor que tiene, y yo siempre le digo que por contármelo no va a dejar de hacer calor, pero ella se contenta con el desahogo.
Y cuando llegue el invierno, será el frío. Esas personas nos absorben la fuerza vital.
ResponEliminaTal vez sea hora de revisar el aire. Un beso
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