dilluns, 29 de juny del 2020

El buen progenitor

Mis padres podrían dedicarse a criticones profesionales, nunca me ven bien del todo: que si estoy demasiado delgada, a ver si es que estás enferma; te veo más gordita, no te sienta bien. A mí me habían contado que todos los padres pensaban que sus hijos eran los más guapos y maravillosos, pero se ve que los míos se saltaron ese mandamiento del buen progenitor.


El caso es que por fortuna mi aprendizaje de ellos es que más vale criticarse a uno mismo, que los demás me la traen un poco al pairo en ese sentido. No suelo perder el tiempo en esos menesteres, porque no me sirve de nada, en realidad.

dissabte, 27 de juny del 2020

Black lives matter

Soy una mujer blanca que hace unos días se sorprendió al ver que todo el mundo se sobrecogía por las imágenes de un joven siendo asesinado por un policía. A mí también me afectaron, y mucho, por supuesto. Nunca entenderé cómo un país, que se jacta de ser una nación libre, permite que exista tal discriminación entre sus habitantes. Martin Luther King tenía un sueño, que todos los hombres fueran considerados iguales, y todavía hoy no ha sucedido. 


De repente, la red se tiñó de negro, a nadie le dejó indiferente lo que había ocurrido, un hecho que no es aislado y es recurrente, un acto de tal violencia que nos llevó a reaccionar con repulsión y rabia. En cambio, a poca distancia de mi casa, la patrulla vecinal tiraba piedras contra el piso de unos migrantes, arguyendo que estaba justificado, puesto que supuestamente habían agredido, días antes, a una mujer. Me compungieron profundamente ambos hechos tan cercanos en el tiempo. 

Justo por esas fechas retomé a Hannah Arendt y su Banalidad del mal, en la que habla de la muerte de la persona moral, la pérdida de la solidaridad humana, en una sociedad en la que impera la complicidad organizada con la violencia. Paulo Freire dice que la "deshumanización" es la consecuencia de la opresión. Y ambos conceptos me parecieron muy cercanos en esos momentos convulsos, a pesar de estar tan lejanos en el tiempo.

dijous, 25 de juny del 2020

Fabada

El martes terminaron las obras en mi piso, aunque hace dos semanas que tenían que acabar. Tampoco me quejo, que nos ha pasado de todo, pero lo más tremendo es que esta comunidad de vecinos acaba de perder una oportunidad única: conocerme en mi versión "buena tía" y no al diablo que hay en mí. Dicen que en todas partes cuecen habas, pero en mi vecindario hacen fabada. 


No sé, es como si a los vecinos estos les apeteciera pelear, pero lo hacen bajo mano, que para eso está el administrador de las fincas -también llamado, el recaudador, que es lo que mejor hace, cobrar por no hacer nada y tocarme a mí lo que no suena-. El caso es que desde que he insonorizado el piso echo de menos enterarme de todos los cotilleos y no los veo venir con antelación. ¿No va una vecina y llamó al recaudador para quejarse, no del ruido, sinó de cómo he cubierto el patio? Y a ella qué le importa, porque lo único que le cambia es que no ve cómo hago la colada, y ya está, que la señora es una voyeur en toda regla. Que lleve 5 meses con unas humedades en el baño, provenientes de un bajante de la comunidad, no le preocupa, pero verme a mí en pijama tendiendo la ropa la pone cachonda. Así estoy, que tengo al recaudador que ya ni me habla, y me pregunto para qué le pago, si no me soluciona una cosa y por el otro lado me ataca. Suerte que el piso es una maravilla y que probablemente habrá vecinos más majos (¡pues que se manifiesten!), y yo los saludo a todos con el buenos días más alegre que puedo, pero le tengo unas ganas a la primera junta de vecinos... que no sé si vestirme de camuflaje y llevarme uno de los cuchillos del señor Evaristo (recordaréis que es el antiguo propietario y no sabemos a qué se dedicaba, pero tenía una colección sospechosa de cuchillos, tal vez para defenderse de tremenda jauría).


Solo os digo una cosa, el de la tienda de chuches, que está justo debajo de mi casa, lleva dos semanas que cuando cierra se pone a taladrar como un desalmado, y no quiero levantar falsos testimonios, pero todo apunta a asesino en serie que descuartiza a sus víctimas, pero eso no es lo importante, lo destacable es que no veo la horda con antorchas esperando en su puerta por hacer ruido más allá de las 9 de la noche

dimarts, 23 de juny del 2020

Todo vale

¿Os habéis fijado que, desde que todo esto del confinamiento empezó, los publicistas han convertido todos los anuncios en un canto a la esperanza, al reencuentro, a la emotividad? Si es que parece Navidad con tanta ñoñería. No lo soporto, porque lo desvirtúa todo, aunque hace tiempo que entiendo que el marketing utiliza esas tretas e intento evitarlo, aunque es casi imposible, está en todas partes. Tengo la sensación, de todos modos, que poco importa el mensaje publicitario, porque nadie hace un análisis crítico, es puro consumismo y gratificación. Por ello, todavía me es más molesto, porque no me aporta nada de satisfacción ni de bienestar este uso abusivo de mis sentimientos. ¿No pensáis lo mismo?



Aunque, en realidad, esta mañana oía como un grupo de hombres, que hasta ahora hablaban sin parar del Coronavirus, ha cambiado de tema al manido fútbol. Eso me ha hecho pensar que si ellos han pasado página, la publicidad volverá también a su normalidad.

diumenge, 21 de juny del 2020

Cuestión de limpieza

Me tiene muy intrigada que en casi todas las películas, cuando alguien siente malestar y acaba vomitando en el baño, se abrace a la taza del váter como si les fuera la vida. Yo a la taza del wc no la abrazo ni que la hayan desinfectado segundos antes, mucho menos en un lugar público como un bar. 

Por favor, si ni siquiera me siento, que meo en cuclillas, tal como me imagino que hacemos todas.

divendres, 19 de juny del 2020

La leche

A los que no nos gusta el queso se nos puede tachar de raritos, aunque en realidad no me gustan los lácteos en general, así que debe de ser alguna cosa relacionada con alguna intolerancia que no voy a resolver con análisis, porque igual también tiene que ver con la textura y el olor, así que  sencillamente evitaré esos productos toda mi vida y sanseacabó. Eso incluye todos los productos sucedáneos, que como note algo de mantequilla en un cruasán la liamos. Y, teniendo en cuenta que éramos vegetarianos cuando yo era pequeña, pues todo se complicaba bastante.



De todos modos, tengo algunas excepciones que siempre es irremediable que explicar, a pesar de que yo nunca pido que nadie me cuente su vida cuando come ni quiero saber sus preferencias ni sus motivos. Por ejemplo, tolero el queso que lleva la pizza (nada de añadidos, claro está, la 4 quesos es una aberración láctea); en la pasta me pongo un poco de queso rallado (pero no cualquiera, tiene que ser emmental); y, por último, me chiflan los San Jacobo (o Cordon bleu, que queda más estiloso, pero viene a ser lo mismo), aunque, claro está, les tengo que quitar primero todo el queso, así que igual era una treta para incordiar a mi madre y ya es tradición. Y, por supuesto, la nata de bote, aunque viendo la cara que ponía mi abuela cuando me llevaba a comerse ella un plato de nata, de la de verdad, y yo un chocolate, no tiene precio.

dimecres, 17 de juny del 2020

¿Y los intereses?

Tengo una gran noticia, porque las malas son muchas y prefiero guardármelas - a no ser que haya un abogado en la sala muy versado en el artículo 553.36 CCC, y con ganas de litigar. Solo os digo que a mis vecinos ni agua, que lo único que me apetece pedirles son cerillas para quemar el edificio (desahogo, no declaración de intenciones, señoría)-. Bueno, pues al grano: ayer, viendo las noticias de mi comunidad autónoma (manda cojones que tenga que enterarme así, y no por mi empresa o sindicato), escuché que van a devolvernos a los docentes la parte de la paga extra de 2013, que nos cogieron prestada (aunque sin permiso ni preaviso) en su momento, junto a la del 2012 y 2014. Así estamos, 7 años después, y yo esperaba que volviera a suceder, porque se ve que el sueldo de los docentes es el cajero del Estado.



Me fui a consultar inmediatamente la página del sindicato, porque evidentemente no podía creerme dos cosas: que mi deudor informara primero a los medios de comunicación (tal como viene haciendo con todo lo del Corona) y que realmente fueran a pagarme. ¡El sindicato lo ha confirmado! Ahora habrá que verlo. 



Para mi sorpresa, algunos de mis compañeros más jóvenes pedían que no nos devolvieran ese dinero para invertirlo en las aulas. Bien, queridos compañeros, a los que siempre suelo tender una mano amiga porque cuando entré en esta profesión nadie lo hizo: creo que con los intereses de esos 7 años alguien se ha construido una flota de chalés; no es tu dinero, así que si quieres te lo sacas de tu sueldo; en mi época nos echaban en junio y a por el paro, ahora te pagan julio y, es más, soy una de las afectadas a las que todavía deben ese primer mes de julio del que tú gozas ahora. En resumen, me deben todavía otra paga extra (que me gané, no es que me las regalen, porque mi sueldo se divide en 14 pagas, aunque no me guste), y otra de julio. Pienso que mi subvención a la educación pública es más que significativa, por no hablar de todo el material que compro de mi bolsillo porque no nos dan ni un bolígrafo, y todas esas horas extra que hago porque quiero y porque adoro mi trabajo.

dilluns, 15 de juny del 2020

Que cocinen otros

Lo bueno de cocinar mal es que todo te sabe mejor. Me explico, mi madre, contrariamente a lo que todo el mundo dice de sus madres, cocina más bien mal -exceptuando la tortilla y las patatas fritas, eso sí; y tal vez todos los platos que llevan alcohol, no sé si es porque aprovecha y reparte un vaso para el guiso, otro para ella, y ya ahí le entra la inspiración-, y mi abuela otra que tal, así que mucha tradición en casa (porque sus maridos ni se acercaban a la cocina) no había. No es que las culpe a ellas, es cosa mía, no le encuentro nada de placer a estar horas cocinando para que luego se lo coman en dos segundos, así que para eso, que cocinen otros.


Por ello, soy adicta a todos los blogs de cocina, en los que veo platos exquisitos que, luego, cuando pasan por mis manos sus recetas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Como consecuencia, cualquier plato que no sea mío, siempre sabrá mejor.

dissabte, 13 de juny del 2020

Del grupo cero

Hace unos días soñé que mis padres estaban metidos en una secta y mi madre se las ingeniaba para que yo me viera obligada también a meterme en ella. Todo muy normal, y probablemente porque acababan de pintar mi habitación y eso emanaba alguna sustancia bastante tóxica.
Pues no va hoy padre y me llama por teléfono para decirme que soy del grupo cero, y en mi mente ya me veía en una finca de Andalucía (vete a saber por qué), todos vestidos con túnicas iguales y con un tatuaje en la frente con el número cero.

Pero no, como siempre, el hombre me cuenta las cosas de forma inconexa y resulta que había visto por televisión, dónde si no, una información en la que las personas con el grupo sanguíneo universal tenían menos posibilidades de adquirir el virus del Corona. El caso es que cuando yo era pequeña eran muy hippies, igual por eso también pienso que pueden ser susceptibles de formar parte de una secta, incluso ser sus fundadores, y nunca me habían querido mirar el grupo sanguíneo, y yo de mayor no me he preocupado demasiado, puesto que no puedo donar sangre por motivos varios y curiosos, y solía pensar que si les hacía falta ya me lo mirarían. Pues ahora resulta que no es que lo sepa, es que me ha hecho partícipe de información valiosa, aunque no sé si creíble (porque padre inventa mucho) de que ellos dos son del grupo sanguíneo O. De lo que se entera una cuando el mundo intenta extinguirse.

dijous, 11 de juny del 2020

Teoría de Dunbar

Estaba leyendo sobre la burbuja social propuesta por Nueva Zelanda, en la que solamente te relacionas con un grupo muy reducido de personas para evitar el contagio y la propagación, y lo hago desde el quinto pueblo, de mi comunidad autónoma, en el ranking de incidencia de casos de covid-19. Me parecen el pueblo más civilizado del mundo, porque incluso yo, que apenas salgo de casa todavía, y que no he ido a ver ni a mis padres, empecé a contar que entre los paletas, la panadera, el chico que me trae la compra, el roncador y la de Correos, más que una burbuja tengo un agujero negro. Eso sí, es un grupo de convivencia estable, de lo que tanto se está hablando ahora en primaria en las instrucciones para el inicio de curso (si es que se les puede llamar así, o más bien apañaos con lo que tenéis: un lo hacemos y ya vemos, como dirían en La llamada).



Eso me hizo pensar en el número de Dunbar (sí, ya sé que a veces mi conocimientos son estrafalarios, es que soy curiosa), teoría que explica (así, a grosso modo) que nos relacionamos de media con 150 personas, aproximadamente, aunque eso depende de muchos factores. Es como cuando en esas películas extremistas de contagios se habla de la onda expansiva o de la propagación... pues resulta que la realidad vuelve a superar a la ficción. En resumen, que si no lo he pillado es porque no tenía que ser.

dimarts, 9 de juny del 2020

En obras

Finalmente, he iniciado las obras -no las del escape en la ducha, que eso es cosa del administrador y son especialistas en ponerme pegas, cualquier día de estos voy al baño y me encuentro al vecino, con bañera incluida-, y mi piso parece una zona de guerra en algun desierto, porque sale polvo por todas partes. Estoy haciendo algunos arreglillos básicos y voy a dejar la cocina para de aquí a unos 10 años, lo que tardaré en recuperarme económicamente.


Pues mi contratista ya ha decicido que soy algo gafe y me mira con cierto miedo. El primer día se les bloqueó el código de entrada del almacén y no pudieron acceder al material hasta mitad de mañana. El segundo se les rompió el taladro (esa pieza de albañil que tanto les gusta usar porque hace tremendo ruido).  En el tercero, el compañero tuvo que ir de urgencias por problemas intestinales (que se cagaba, vamos), y uno solo avanzó más bien poco. Todo ello sumado al trabajar tranquilo del español medio, que no se nos caracteriza por ser precisamente rápidos, pues eso, que vamos con retraso. Aunque en realidad, mientras se haga, es como tener inquilinos en casa, me siento acompañada. A ver, que Dios construyó el mundo en 6 días y el séptimo descansó, si me hubiera tenido a mí de cliente, termina desistiendo. 

diumenge, 7 de juny del 2020

Ya en mi casa

El señor Evaristo vivió en esta casa durante toda su vida, o eso es lo que ocurrió en mi imaginación, después de todos los recuerdos que he encontrado en ella. Tengo algunos de sus muebles porque sus herederos tuvieron a bien dejármelos (o sea, que ni se molestaron en vaciar el piso). Me lo imagino no muy alto; atlético, ya que iba todos los días a nadar;  y afable (aunque también tenía una colección de cuchillos y tijeras muy sospechosa, tal vez era carnicero, o asesino a sueldo).



Recuerdo que, el día del traslado, los chicos estaban descargando y una vecina cotilla (porque no tiene otro nombre) le preguntó a uno de ellos si se iba a trasladar al piso y le hizo el tercer grado, el otro, muy educado, le contestó: "Señora, que esto pesa", y la dejó con la palabra en la boca. Se convirtió en mi nuevo héroe. Y el pobre se lo merecía, porque en mi cocina hay un estante que atraviesa de punta a punta y, si pasas del metro ochenta, tienes que agacharte, pues creo que dejó su firma en ella, con la forma de su frente. 

divendres, 5 de juny del 2020

Relato de una compra

Recientemente he comprado un piso. Todo ha sido una locura, puesto que llevaba desde agosto del año pasado buscando y os aseguro que fue búsqueda activa. Hasta tres pisos fueron los que quise comprar: el primero, en cuanto me decidí, resultó que acababan de dar una paga y señal; el segundo... qué contar del segundo, en octubre les di el sí quiero y entonces empezaron las pegas, que si tenían que operar al niño (de unos 50 años, el niño), que si podía esperar un par de meses y así también organizaban la mudanza con su hija... y a todo accedí, aunque les pedí unas arras, a lo que se negaron. Así que de buena fe, o por pura inocencia, me tuvieron así hasta enero de este año, cuando entonces sí que me pidieron las arras, a lo que, hasta el gorro que ya estaba por la espera, me negué y decidí olvidarme de esa vivienda. Ahí llegó el tercero, que por ser el tercero tenía yo todas mis esperanzas puestas en él, por lo del dicho de a la tercera va la vencida, y vencida me sentí, porque era el piso de mis sueños, tenía mucha luz, era alto, ascensor, calefacción, incluso se podía ver el mar si me ponía de puntillas en el balcón. Y todo se quedó en un sueño porque los dueños, en cuanto accedí a hacer las arras ya mismo, es más, a comprarlo (porque la del banco ya me había preparado los papeles dos veces y lo tenía todo listo y a ella la tenía hasta el gorro, aunque nos hicimos amigas), se lo pensaron mejor.



¿Por qué alguien pone su piso en venta, un piso en el que ni siquiera viven, y decide de repente que no lo vende? ¡Que se lo habían pensado mejor! Ganas de marear la perdiz y de hacernos perder el tiempo a la de la agencia y a mí. Derrotada me hallaba cuando, en pleno Gloria (¿os acordáis? Es que 2020 no solo nos ha regalado pandemia, también tuvimos una borrasca, una tormenta, un vendaval... no sé ni cómo llamarlo, que las olas entraban dentro del tren), fui a ver el que ahora es mi piso: el cielo estaba encapotado y negro, pero dentro había luz, me enamoró totalmente, me sentía en casa. Y esta vez, lo conseguí. Y luego, ya sabéis, llegó el confinamiento. Continuará...

dimecres, 3 de juny del 2020

Tradiciones maternas

Hoy me he puesto el sujetador porque sabía que venía el repartidor y una es muy pudorosa; el caso es que me he dado cuenta de lo feliz que soy vistiendo ropa cómoda y ancha. Mi educación férrea materna no me permite salir a la calle en chándal, mira, hay madres que tienen otras cositas, la mía no va a misa, pero tiene un concepto de la moda que ninguno podemos saltarnos bajo peligro de sartenazo. 


Lo de arreglarlo todo a golpe de sartén fue una tradición que instauró mi abuela el día en el que su marido, mi abuelo, sin querer (o eso querríamos pensar), se le escapó el hacha mientras cortaba la leña y le pasó el filo demasiado cerca a la matriarca. La susodicha esperó varias horas, en las que elaboró uno de los platos favoritos de mi abuelo y, cuando este estaba de lo más concentrado en su degustación, la otra le arreó el sartenazo más ruidoso que se haya escuchado en toda la contrada. Y ya no sé nada más, mi madre nos echó de la sala a mi hermana y a mí, pero nadie tuvo que ir al hospital. A todo esto, no me han traído el paquete.

dilluns, 1 de juny del 2020

In my dreams

Ayer me preguntaron a qué lugar me gustaría viajar cuando se pueda volver a hacerlo. Me pareció una pregunta cruel, teniendo en cuenta que no pongo ni el pie en la calle. Para mí, el lugar más maravilloso del mundo es Oporto, pero también es verdad que los lugares suelen llevarme a recuerdos, y allí pasé unos de los días más felices de mi vida; a pesar de que el lugar donde dormíamos daba a la calle, aunque me llevé mis queridos tapones -sin los que no podría vivir, antes porque compartía lecho con el roncador y ahora porque lo hago con La Comunidad y con gata (que es como si fuera un viejo con enfisema pulmonar, y ya, cuando se pone a soñar, eso es Dolby surround).



En fin, que Oporto es una de mis ciudades favoritas, por la gente, el entorno, los azulejos, el Duero, la comida, la artesanía... por todo. Aunque lo repito, los lugares van acompañados de gente y de sensaciones, a veces no quiero volver a esos parajes que guardo como tesoros en mi mente por miedo a que se desvanezcan.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...