En realidad, la dietista me puso bastante pan en la dieta, teniendo en cuenta que yo nunca lo comía, no es un alimento que me guste especialmente, así que poder hacer mi propio pan y experimentar me pareció una gran idea inicial... 3 panes después... el primero parecía serrín, literal; el segundo tenía buen aspecto, pero quedó crudo (entiendo que esto no es culpa mía, porque la máquina dicta los horarios); finalmente, lo he conseguido, aunque con más esfuerzo de lo que esperaría de una máquina que en teoría hace el pan solita.
Creo que lo peor ha sido este calor infernal y yo haciendo pan, parecía una loca sudada y encima hambrienta, porque ese olor a pan horneándose olía a gloria.
Ya le cogerás el puntillo, además la panificadora está genial para verano. Yo tuve una durante años y se me estropeó de tanto que la usé, así que ahora hago el pan en el horno, pero en verano me niego a hacerlo.
ResponEliminaBesos.
A todo hay que cogerle el truco. Lo que cuentas del olor, lo mejor...¡qué rico huele el pan "de verdad"!
ResponEliminaBESOS!
Yo tampoco soy muy fan del pan, pero reconozco que lo de amasar y cocinarlo me gusta. No tengo panificadora, porque por lo general soy de tener los mínimos trastos en la cocina... y así y todo tengo demasiados. Lo cocino en el horno y las primeras veces la verdad es que servían más como topes de puerta o martillo improvisado que para comerselos, de lo duros que me salian.
ResponEliminaBesos
a mi estas máquinas no me llaman. No comemos mucho pan y no le haríamos mucho uso
ResponEliminaLo tuyo es valor. Con este calor, haciendo pan. Besos!
ResponEliminael pan casero es riquísimo. cuando le cojas el punto a la panificadora, no querrás otro!
ResponEliminaJajajaja. Qué valor tenéis las que entráis en la cocina. Yo siempre he pensado que ahí hay un agujero interdimensional y, por si acaso, paso lejos. Un besote!!!
ResponEliminaCon este calor tela! Besos!
ResponEliminaYa estoy sudorosa de tan solo leer el post, qué valor!!! besos frescos desde Montevideo
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