Con las manos en la masa

Hace ya un tiempo que venía anunciando un pacto con el roncador: intentaré cocinar de vez en cuando en casa, como mínimo un día por semana. Lo cierto es que lo tengo explotadísimo, que incluso me prepara los tupper, así que no me importa hacer tamaño sacrificio. Ya me animé con el hummus hace unos días y, siguiendo con la temática sanota, he hecho mis primeras croquetas.

Sí, sí, sanotas, que son croquetas de berenjena y zanahoria. Ahí queda eso. Bueno, al lío, porque esto no me parece fácil de explicar. 
Primero los ingredientes, para 2 personas de buen comer:
- Una pizca de sal y de comino, los pongo juntos, que ocupan poco.
- 2 zanahorias medianas.
- 1 Berenjena grandecita.
- 1 cebolla pequeña.
- 1 huevo.
- 1 diente de ajo.
- pan rallado.
- Aceite (yo siempre uso el de oliva, pero al gusto, es para freír).

Una vez dicho esto... lo primero fue cortar las zanahorias, el ajo, la cebolla y la berenjena bien pequeñito, en daditos (que para eso compramos una maquina muy chula y hay que usarla); entonces, en lugar de meter en el horno o cualquier otra cosa complicada, metí la mezcla en el microondas durante un par de minutos (soy pragmática, no puedo evitarlo); después de eso, como lo quería todo más pequeñito y soy maniática, pues decidí pasarlo por la batidora (sin abusar o nos quedará una crema, aunque es otra opción). Con toda la masa (o pasta) en un plato hondo, le añadí el comino y la sal. Así que ya solo faltaba dar forma de croqueta (que también es un arte), pasar por el huevo batido y rebozar con el pan rallado. Después, freír en la sartén con el aceite y punto. Así de fácil, que si lo he hecho yo, cualquiera puede.