Al loco que cada día tiene que sentarse en el mismo sitio en el que me he sentado yo en cuanto me bajo del tren, que cree que no me doy cuenta, pero me da cierta grima, ¡déjame en paz! Por supuesto, a la señora que todas las mañanas me empuja porque ha visto un asiento: ¡revísese la vista, que hay más de uno, no hace falta empujar!
La que le pregunta a cualquier pelo canoso si quiere sentarse, justo después de hacerlo ella. ¿Para qué te has sentado? Si no lo hubieras hecho, seguro que el pobre hombre estaría ya en su asiento. Debe de ser por justicia social, se sienta ella antes de que alguien que no lo merezca o no entre en sus parámetros se siente. Porque yo eso sí que lo tengo muy pautado, dejo sentar a embarazadas y a 3ª edad demostrada (que hay algunos que lo parecen, pero de viejos nada). ¡Ooohhh! Y ya te digo yo, las que llevan taconazos y van resoplando, mostrando que están cansadas, ¡pues haberte puesto chanclas!
ole!!! limpiando impurezas.
ResponEliminaLo de las señoras tacones me ha encantando. Vivan las que somos medio altas y vamos en plano, jajaja
Me sumo a tu limpieza de pecados, y añado
ResponEliminaLos que se sientan como si estuviesen el sofá de su casa. Bien anchos, y largos.
Los que parecen leones acechando su presa. Presa = asiento vacío.
Los que les va grande hasta que les regalen el periódico, y para leerlo lo comparten con los vecinos, incluso por encima de tu lectura.
Los que juegan con el móvil a todo volumen.
Esto ya parece Las Bienaventuranzas católicas.
jajaja Hoy te has quedado a gusto sí señora!
ResponEliminaJajaja. El transporte público da para mucho... Y toda la razón en que no toda la tercera edad es tercera edad con derecho a asiento. Besotes!!!
ResponEliminabueno, yo tengo el pelo salpicado de canas, pero de momento parezco más o menos joven. :D
ResponEliminaa las embarazadas, por supuesto que les cedo el asiento. en cuanto a la tercera edad... hmmm... recuerdo que en mi primer trabajo iba y volvía en autobús. y casualmente en esa época me hice un esguince en el tobillo, leve pero esguince al fin y al cabo. y, sobre todo a la vuelta, el autobús estaba lleno de simpáticos viejecillos de los que, aprovechando que tenían un abono para viajar gratis en transporte público, se dedicaban a montarse en autobús y pasar las horas allí. porque ya me contarás a dónde tenían que ir o qué tenían que hacer tan importante para coger el autobús. de vez en cuando alguna persona mayor puede tener que desplazarse para ir a visitar a alguien, o al médico, o a hacer una gestión... pero cuando el autobús está repleto de personas mayores, algo más que eso tiene que haber. además es que se intuye cuando realmente van a algún sitio o cuando están allí pasando el rato. y el caso es que yo, con mi esguince, pues no me podía sentar. fantástico.
Jajajajaja, el increíble y maravilloso mundo del transporte público!
ResponElimina¿Qué hay un tío que se sienta en tu asiento en cuanto tú te vas? ................ O.O...........sin comentarios
JajajajJjAja me ha impresionado lo del loco que se sienta en tu sitio!!!!
ResponEliminaUn beso
jajaja, pues sí! Que hubieran llevado un calzado más cómodo hombreeee! jeje
ResponEliminaUf! En el transporte público se ve cada rarito... Embarazadísima he visto como pocas veces me cedían el asiento.
ResponEliminaMuas!
Jajjajajajaja
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