Quiero poneros en una situación que todas hemos vivido, y es en femenino porque no soy capaz de imaginármelo en la mente de un hombre (bueno, sí, pero es muy descabellado y poco fiel a la verdad). Cuando estás en el lavabo de un lugar público, en el que has montado todo el lío para poner bien la tapa y coges una postura antinatural porque no es wc conocido y no te la juegas, la chaqueta en un lugar elevado para no mancharla (porque no hay colgadores, claro), el bolso colgando de la boca, sobre la cabeza, cruzado en la espalda o apoyado en el dispensador de papel de váter...
Y entra alguien al de al lado. Tú con toda tu concentración por no perder el equilibrio y con el peligro de otros incidentes (no hace falta que os lo explique), y la otra echa la meada más grande de toda la historia, que incluso los camellos, elefantes u otros animales reconocidos como grandes miccionadores envidiarían.
Entonces al tuyo, a tu pipí, le da reparo y no quiere salir, una mezcla entre envidia y acojone, pero estás a tope y no estás dispuesta a discutir y concentras todos tus sentidos en una gota de agua, un río o cualquier cosa que te ayude a mear. Eso, señoras y señores, se llama liberación.
No digo nunca porque no se debe decir nunca jamás, pero podría recordar todos los baños públicos a los que he ido, y desde luego en lugares que se vean limpios y huelan bien de lo contrario me lo llevo otra vez para casa. Un abrazo
ResponEliminaBuenisimo!! tal cual lo has descrito, asi es y la de al lado ha pasado de hacer todo ese ritual y se ha liberado en un plis, da envidia pero no sana por los germenes que puede haber!!un beso grandote
ResponEliminajaja, yo creo que todas lo hemos vivido alguna vez :)
ResponEliminaFeliz día!!
Jajajajaja. A mí me da mucho corte que otra persona me oiga haciendo pis. Por eso primero me hago como una camita de papel higiénico. Soy un ser muy extraño. Besotes!!!!
ResponEliminaDesde luego que me pasa...¡lo odio!! jajaja
ResponEliminaUn besazo!