Estoy muy preocupada, desde que estoy casada que creo que se me ha desarrollado el gen de la cocina. Yo que tenía al roncador bien educadito y convencido de que no sabía ni freír un huevo, me pongo a cocinar como una loca.
Creo que venía con el poder del anillo, a la que me lo puso ante el juez y nos declararon marido y mujer que me están pasando cosas que van en contra de mis enseñanzas maternales que se resumen en... tú, niña, hazte la tonta y, sobre todo, no cocines bien, o ya la habrás cagado. Cuánta razón tiene mi pragmática madre.
No se me ocurre a mí ponerme a hacer magdalenas y, para empeorar la cosa, mermelada de ciruelas, estoy perdida. Bueno, y acojonada, ¿qué más poderes me habrá dado el anillo? Cualquier día de estos me pongo a planchar... ¡Noooooooo, no quiero ser señoraaaaa, devuélveme mi libertad! Por fortuna, el roncador es muy amito de casa y creo que no me va a dejar (cruzo dedos).
Seguro que es un lapsus pasajero y en nada todo vuelve a la normalidad ;)
ResponEliminaBss
Esto es así! Empiezas con la repostería, pasas a la cocina, y terminas zurciendo y tejiendo chaquetitas de bebé!
ResponEliminaMuaks
menos mal que vivimos en otros tiempos, antes el marido sí que no hacía ni el huevo en lo que se refiere a tareas del hogar.
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ResponEliminaNecesito que con la maternidad se desarrolle ese gen también... Porfa, si sabes de algún caso, me informas! Jajajaja. Si no, me tocara casarme, ea. Un abrazo!!
ResponEliminaSabiendo esto, no me voy a casar en la vida. Jajajaja. Besotes!!!
ResponEliminaLa próxima vez las quemas y ya está, jeje.
ResponEliminajajaja Niña, ese anillo tiene algo!
ResponEliminaO eso...o simplemente has descubierto ahora que la cocina tiene mucho de amor, y también de placer :)
BESOS!
Jiji... yo estoy con Gadirroja: a lo mejor descubres el placer de cocinar... Un aviso: engancha... juas!
ResponEliminaBesotes!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ¡Bravo!
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