Esta semana me he visto obligada a liberar un cerebro que llevaba años atrapado en un cuerpo de plástico, abandonado en un aula, en desuso. No es nada metafórico, lo que os cuento es totalmente literal. Seguro que todos habéis visto uno de esos cuerpos en las clases de ciencias.
Me apenó ver que estaba acumulando polvo en una estantería, inadvertido a los ojos de todo el mundo. Una vocecilla diabólica me repitió ayer por la mañana al oído las fatídicas palabras: roba el cerebro, libéralo... aunque hoy me siento algo culpable, sobre todo porque un cerebro sin cuerpo no tiene mucho sentido.
Además, es un cerebro de mentirijilla, no porque sea de plástico, es que no se corresponde al de la realidad, tiene un montón de errores que no han hecho más que confundirme. Yo quería un cerebro de plástico, para estudiar, de esos que están en las aulas de medicina, y este no les llega ni a la suela de sus zapatos. Qué lástima, tendré que devolverlo y, todos sabemos que eso es más difícil que robarlo (seguiré contando la historia si no me detienen en la devolución).
Me dejas en ascuas! ¿Dónde lo vas a guardar mientras tanto? En un clutch no cabe, debe ser por lo menos un bolso tipo Hermés...
ResponEliminajajaja ;)
Un besazo!
hahaha que bueno robando cerebros.. ya nos contarás la peripecia para devolverlo!!
ResponEliminaUn besazo reina!
Te metes en cada embolado...
ResponEliminapues sí, puestos a hacer una reproducción de un cerebro, mejor hacerla bien, para que pueda cumplir sus propósitos didácticos...
ResponEliminaya nos contarás cómo ha acabado la aventura.
Juas! Me dejas ojiplática... juajuajua!
ResponEliminaBesotes!
Robar es emocionante. Yo tuve una pequeña época cleptómana en mi adolescencia, y era bastante excitante lograr tu objetivo. Nunca me pillaron. Quizás debería haber seguido por ese camino, que es la manera más habitual de 'triunfar' en estos lares
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