Hace unos días os contaba mi gran accidente en bicicleta, he tenido varios, pero este ya da para una entrada muy completita. Fue en el año 1992, acababan de inaugurar los Juegos Olímpicos de Barcelona y yo iba muy flipada con mi BH sin frenos... por ese motivo, al esquivar a un gato, no me quedó otra que derrapar, pero no de cualquier manera, con la cara, de lado, y durante unos metros por la calzada. No recuerdo nada de lo que ocurrió, por fortuna, ni siquiera cuando me encontraron.
Me desperté dos veces: una dentro del coche, un chico no mucho más mayor que yo que se ofreció a llevarnos, porque eso pasó en el pueblo y en mi casa nadie sabe conducir ni tiene coche, el roncador es mi excepción y mi chófer. Pobre chico, nunca más lo he vuelto a ver o a reconocer, solo sé que a mitad de trayecto abrí los ojos y le dije a mi madre flojito (o eso me parecía a mí, porque mi cerebro había sido brutalmente zarandeado) si ya tenía edad el chico para conducir, sé que me dedicó una gran sonrisa y volví a perder el conocimiento.
Mi siguiente escena -porque esto se podría hacer en película en blanco y negro, y si lo lee Almodóvar ya os digo yo que se lo agencia- fue en el hospital, completamente desnuda, cubierta por una sábana, exceptuando los pies, en una habitación con ventanas entornadas, un crucifijo de madera en la pared y una monja en la puerta. Hice lo que cualquiera hubiera hecho, miré si en mi dedo del pie había alguna etiqueta, de esas que les ponen a los muertos en la morgue. Ahí volví a irme. No tuve grandes consecuencias, me rompí el pómulo y siempre tendré algunas marcas en la espalda, además de la huella del freno en mi mano derecha (para lo que servía); y, por supuesto, una gran anécdota que contar. Al cabo de unos días mi abuela me regaló una mountain bike, nos parecemos mucho, no es que fuera una sádica, sabía que lo mejor es que perdiera el miedo y siguiera disfrutanda de ir en bici.
Jajaja no sé si tiene más arte la nieta o la abuela ;)
ResponEliminaBESOS!
bueno, pues sí que fue un accidente considerable, si perdiste el conocimiento. :( pero bueno, saliste de aquella y perdiste el miedo a las bicis, con ayuda de tu abuela. ;) pues sí, el freno de las bicis suele estar duro de mil demonios, y si logras frenar en seco en una situación de peligro es peor...
ResponEliminaMadre mía, lo tuyo es un peliculón. Yo me encuentro así en un hospital y creo que me muero del susto.. aunque claro, con la monja hubiese tenido más que suficiente... jajajajaja
ResponEliminaBesos
Genio y figura...
ResponElimina¿Buscarse una etiqueta en el pie es lo que cualquiera haría? Jajajajaja.
ResponEliminaMenudo susto, madre mía. Menos mal que se quedó en eso. Hizo bien tu abuela con lo de la bici. Como uno le coja miedo a las cosas luego ya nunca más. Un besote!!!!
Sólo se me ocurre decir lo del chista: " mira mamá sin dientes"
ResponEliminaMadre mia, ¡¡¡¡¡qué tortazooooo!!!!! Muy valientes abuela y nieta ;)
ResponEliminaUy qué tortazo! Qué susto!!
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