La otra mañana, en el metro, me di cuenta de que había más papeles y suciedad en el suelo, pensé que tal vez la señora que friega el suelo estoicamente, y con rostro apacible al que no puedes desear más que amor, se había puesto enferma. Deseé para mis adentros que se pusiera buena y mejorara.
Entonces observé, todo ello durante mi trayecto automatizado de una línea a otra, que la ubicación de los papeles arrugados del suelo parecía extrañamente simétrica, como si los hubiesen colocado ahí con una única finalidad, que siguieran el camino trazado.
Así lo hice, también era el camino a mi andén, así que no me supuso ningún cambio de trayecto ni me retrasó. El camino de papeles arrugados no me llevó a Oz, ni a ningún otro lugar maravilloso, ni mucho menos ante una preciosa hada madrina, eso solo ocurre en los cuentos y en sus adaptaciones cinematográficas, solamente era un tío guarro que no conoce la existencia de las papeleras. No me quedaron fuerzas ni para reprobarlo, mis ilusiones se habían roto en mil pedazos. Continué mi ruta.
Yo creo que si de vez en cuando nos obligaran a hacer servicios sociales limpiando zonas públicas...no seríamos tan guarros. Qué vergüenza e indignación me da cuando veo a gente tirando papeles o dejando los aseos asquerosos a conciencia!
ResponEliminaBESOS!
Que suerte, que suerte que solo te encontraras con un tío guarro, por aquí los hay en manadas. Saltibrincos
ResponEliminaCoincido con Gadi. Eso, y una colleja estilo Amparo Baró.
ResponEliminaBesos!
A esa gente habría que seguirla hasta su casa y tirarles ahí la basura de todo el barrio. A ver si aprenden. Un besote!!!
ResponEliminay no hablemos de los que escupen. cuando veo a un tío haciéndolo me dan ganas de pegarle un par de leches. así de claro y sin eufemismos.
ResponEliminaPuagggg... que de gente guarra!!
ResponEliminasi estuviera socialmente aceptado tirar a las vías a los guarros cuando llega el metro, seguro que ganaríamos doblemente, en limpieza y en educación media de la sociedad
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