Dependiendo del médico, vas con una predisposición o con otra. Naturalmente, ir al ginecólogo se convierte en una tortura, usan utensilios terribles que te ensanchan, clavan y absorben. Todo ello, si te toca, como es mi caso, en un hospital universitario, se hace con un grupo de espectadores a los que ni conoces ni quieres volver a ver en tu vida. El caso es que siempre espero que aplaudan cuando terminamos la función, pero no ha pasado todavía.
dijous, 17 de gener del 2013
Visita médica
Ir al médico es algo que me saca de quicio. Lo primero, no me gusta demasiado que me toquen (bueno, depende de quién, eso es evidente) y luego, todo el protocolo me exaspera. Empezamos mal, la cita te la dan para de aquí a un mes si es el de medicina general y para un año si es cualquier especialista. Con lo que he llegado a la conclusión que esperan que se te olvide la cita o que te mueras por el camino, en ambos casos se ahorran la visita.
Dependiendo del médico, vas con una predisposición o con otra. Naturalmente, ir al ginecólogo se convierte en una tortura, usan utensilios terribles que te ensanchan, clavan y absorben. Todo ello, si te toca, como es mi caso, en un hospital universitario, se hace con un grupo de espectadores a los que ni conoces ni quieres volver a ver en tu vida. El caso es que siempre espero que aplaudan cuando terminamos la función, pero no ha pasado todavía.
Con todo esto, mi médico es muy guapo, bueno, sin el muy, que voy algo desesperada y todos los gatos me parecen pardos. Volvamos a empezar: mi médico es majo. Así que cuando me dice que tengo hemorragias internas o una infección vírica, a mí todo me suena a: "¿nos escapamos de la rutina y vamos a desayunar juntos?". En resumen, salgo con cara de felicidad, sea cuál sea el diagnóstico. Está claro, necesito cambiarlo por uno que sea feo, es que no me concentro.
Dependiendo del médico, vas con una predisposición o con otra. Naturalmente, ir al ginecólogo se convierte en una tortura, usan utensilios terribles que te ensanchan, clavan y absorben. Todo ello, si te toca, como es mi caso, en un hospital universitario, se hace con un grupo de espectadores a los que ni conoces ni quieres volver a ver en tu vida. El caso es que siempre espero que aplaudan cuando terminamos la función, pero no ha pasado todavía.
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
He tomado la determinación de leerte todas las mañanas al levantarme: me alegras el día y te doy las gracias.
ResponEliminaUn abrazo.
Pues mira, acabas de alegrarme el mío, muchas gracias.
EliminaToma la iniciativa, pidele que te acompañe a desayunar para que te lo aclare y lo entiendas, pon carita de inocente y....
ResponEliminaMuy bueno el relato, yo como Tracy, me encanta pasar por tu casa, siempre salgo contenta.
Sí yo tuviese el médico ese de ahí arriba... me ponía mala sólo de pensar en él para ir a verle tooooodos los días, jajaja.
ResponEliminaEres la monda.
Besos.
no te cambies mujer, ya quisieran muchas :)
ResponEliminalos médicos y los profesores de universidad pública a veces son estúpidamente distantes. ya se sabe que no tienen que ejercer de padre ni de madre, pero un poco de distensión y campechanía en el trato no hace mal a nadie.
ResponEliminaquiero ese medico...jejeje...beso
ResponEliminaCon médicos guapos las penas son menos xD
ResponEliminajajaja cómo me he reído con tu post!
ResponEliminaNo te cambies de médico, el mío es feo y eso provoca el efecto invereso: en su boca "tienes anginas" suena a "tienes una enfermedad incurable".
Saludos :)
Muy buena, Hiro. Veo que todos envidiáis mi situación sanitaria :D
EliminaJjajajjaa muy bueno!!! me molan las fotos en movimiento que pones, y las otras también claro pero es que dicen mucho!!
ResponEliminaMoooooagggasssf