Quien no arriesga, no pasa la mar

Suelo hacer las cosas a tontas y a locas, sin pensar mucho en las consecuencias. Bueno, el roncador dice que tiene su encanto, que tiene un punto inocente que le encandila, pero vamos, el chico está enamorado y no es nada objetivo, porque luego, en cuanto lo meto en un lío seguro que desearía olvidar sus palabras.

Eso sí, todo lo que empiezo lo acabo, que no me gusta dejar las cosas a medias. El caso es que me ha ido funcionando bien hasta ahora, tampoco es que haga grandes tonterías: me he ido al extranjero un par de veces, así, de un día para el otro, en su momento, hice las maletas y a vivir un año fuera, era joven, aunque no creo que eso me haya comportado nada malo, todo lo contrario; empecé psicología, a pesar de que ya tengo mi vida bastante montada y falta de tiempo, y ahí estoy, a ver si acaban los exámenes...

Lo cierto es que con el tiempo me alegro de haber hecho cada una de esas cosas. Mi padre siempre dice que mi abuela lo metía en líos, que compró el piso porque ella dio el primer pago y se vio obligado o perdían esa paga y señal... Pues bien, si me parezco un poco a ella, seguro que me va a ir estupendamente bien, porque solía repetirme que quien no arriesga, no pasa la mar, refrán que solo le he oído a ella, pero que se asemeja mucho a otro más en uso, quien no aventura, no gana.