Si me fijo en la mayoría de la gente por la calle, todos van con el aparatito, incluso caminan con él en la mano. A ver, que yo también voy todo el día con él a cuestas, pero si me lo olvido, si se queda en silencio, no pasa absolutamente nada. Parece que vaya a haber una catástrofe mundial si no contestan a ese mensaje. Creo que voy a especializarme en clínica, en terapias de adicción al móvil o a las tabletas, voy a forrarme.
Lo sé, ¡es asqueroso! Creo que yo reaccionaría igual.
Qué queréis que os diga, ayer llamé a mi compañía telefónica, intentando rascar algún eurito de mi factura y, además de no conseguirlo y de que me ofrecieran cosas como televisión con no sé cuántos canales y mil millones de megas (ambas cosas innecesarias en mi vida, ya ni siquiera ofrecen terminales gratis), tuve la sensación estúpida de que el móvil sirve para cualquier cosa menos para hablar.
Ji! Pero yo creo que es así: el móvil sirve para muchísimas cosas. Yo lo uso, sobretodo, como cámara de fotos y vídeo. En segundo lugar como biblioteca personal y por último como block de dibujo (mi modelo lleva lápiz incorporado). Lo que menos hago es hablar. Es un elemento multifunción y yo también estoy enganchada, así que no es mala idea.
ResponEliminaAbrazotes!
;)
Por cierto, en casa rara vez compramos ya un libro (solo para la peque) ya que entre la falta de espacio y lo caros que son nos sale mas rentable descargarnos -pagando claro- los títulos que queremos. Así que mi hija me suele ver leyendo en el móvil o en la tableta. El otro día me pidió que le buscara algún cuento nuevo en el teléfono. Es imparable la tecnología y creo que es uno de los mayores cambios que yo he presenciado.
Elimina^^
Por supuesto que lo usamos mucho y para mil cosas antes que para hablar. Hoy, mientras paseaba por la playa con mi madre, lo veníamos comentando: ya parece que no se puede vivir sin él! Tiene guasa el tema...
ResponEliminaBESOS!
a mí me da mucho estrés cuando dejo de estar pendiente del móvil diez minutos y me encuentro un montón de llamadas perdidas.
ResponEliminaYo intento no mirarlo demasiado porque es cierto que se convierte en una auténtica adicción. Pero es cierto que en cuanto tengo aunque sea treinta segundos muertos, le echo un ojito. Besotes!!!
ResponEliminaLo usamos para todo!!besos
ResponEliminaAyss, lo confieso! A mí me pasa, es como un apéndice de mi mano.
ResponEliminaY lo sería más si no intentase por todos los medios que no fuera así: prohibido en las comidas y, en casa, lo menos posible. EN la calle a veces, si salgo con el pipiolillo, no me le llevo...
Feliz día!