Cuando veo a todos esos yayos mirando cómo trabajan los obreros de la construcción hace que me plantee si es por el mero hecho del disfrute de mofarse de los que todavía tienen que trabajar para vivir, o es más un placer extraño e hipnótico de observar y criticar; como cuando se habla de fútbol, del trabajo de los profesores o de cualquier otra cosa aparentemente criticable.
Lo cierto es que estoy deseando llegar a esa edad, poner dos tumbonas delante de una obra, una para mí y otra para el roncador, bocadillo en mano y, sobre todo, criticar a gritos su trabajo. Para mí eso es el paradigma de la jubilación... y los viajes del Imserso, claro está. Sin olvidarme de la petanca, aunque no sé yo si llegaré en tan buena forma física, siempre me ha parecido una actividad de alto riesgo, casi un deporte.
Buenos días.
ResponEliminaYo, a esa edad, me imagino con tooooooodo el tiempo del mundo para leer :-)
pues no sabía que existía esa moda. ya podían dedicarse a jugar a la petanca...
ResponEliminaLa petanca asturiana sí que es dura. Un beso
ResponEliminaYo las tumbonas prefiero en la playa, la verdad.
ResponEliminaUn besito.