El roncador me decía que tiene un geranio pobladísimo de bichos verdes, esas mis grandes enemigas: las orugas. Cada dos días me siento en la terraza armada de mucha paciencia; me estoy dejando la vista en atacar a esas expertas del camuflaje que, por fortuna, cagan como desesperadas y eso me da alguna pista de dónde están. Las hay de todos los tamaños y son de un verde maravilloso, siempre me han parecido hermosas, pero en mi jardín son bichos non gratos. Estoy convencida de que seguro que aportan algo a la fauna y no sé cuántas leches más, pero es que tengo pesadillas con ellas.
Son peores que conejos, aunque en realidad me imagino que no son seres sexuales, o como mínimo no quiero pensar que tienen más vida sexual que yo. Me planteo en buscarlo y averiguar si son hermafroditas como los caracoles, pero es que me niego a que me dé envidia la vida sexual de los gusanos, así, tal cual. Así que sigo con mi cruzada particular, ahora tal vez con más rabia y saña (tranquilos, que los mato sin tortura).
Jolines, ahora me has dado una curiosidad enorme por la vida sexual de estos bichitos XD
ResponEliminaBesitos.
Has conseguido que las orugas me parezcan interesantes :-)
ResponEliminaBesos.
Seguro que hay insecticida para eso. Un beso
ResponEliminaLas orugas macho solo chuscan una vez :) Las hembras mejor no hablamos xD
ResponEliminaOtra a la que le ha entrado curiosidad por la vida sexual de las orugas.
ResponEliminaMuy feliz día.