No hay nada que me moleste más que la mala educación, y en el tren parece concentrarse toda. Pies encima de los asientos, y que no me digan que sus zapatos están impolutos, porque todos sabemos qué pisamos por la calle; gente que se descalza porque está más cómoda, aunque yo no pueda respirar por el hedor, porque tengo pituitaria; los asientos especiales están indicados con otro color y con rótulos, entonces, ¿por qué te sientas ahí?
Aunque el colmo es ir al cine, algo que solía disfrutar hasta que me dio esta intolerancia a la gente o hasta que me he dado cuenta del incivismo incipiente: lo mismo de lo anterior y se le añade el uso del móvil, que suena, hace luces y me ciega cada dos por tres. Si te llaman, siente vergüenza, ¡no contestes! He llegado a pensar que todos estos que no pueden vivir sin responder o enviar mensajes deben de trabajar en la NASA, salvan vidas y no pueden despreocuparse ni estar incomunicados como es mi caso.
El abuso del móvil es preocupante. En el cine es muy molesto, y si te digo en un concierto de piano, alucinas, el colmo de los clmos.
ResponEliminaBesos!
a veces tienes al lado a alguien sonándole el móvil cada dos por tres, además se pasa un rato sonando porque tardan en cogerlo. dan ganas de decirles: cógelo o cuelga, pero no nos des por saco con el puñetero timbre!
ResponEliminaEl transporte público en general parece que deja la puerta abierta a la mala educación. Un horror. Besotes!!!
ResponElimina¡Es tremendo!
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