En ese momento, ya hace años, decidí sustituirlo por otro pez cometa, pero esta vez no lo elegí por su color ni su belleza, fue por su durabilidad. Me quedé con un pez feo, con manchas y que ahora mismo ha crecido tanto que parece una trucha (he llegado a pensar que me lo colaron). A su lado, Zape parece minúsculo y lo mira con carita asustada. Protagonizan persecuciones eternas y, si no fuera porque a veces les veo dándose besitos, me replantearía su coexistencia. Supongo que juegan, como mis lindos gatitos, que cuando no pelean estilo Karate kid, están besuqueándose y dándose abracitos.
Oye, es verdad, me acuerdo que nos hablabas de tus peces! Pues nada, vas a tener que comprar una pecera-piscina! Jajaja
ResponEliminaUn besito!
Un día el grande se come al chico, ya verás. Ponle nombre, que se asavaljan.
ResponEliminaBesos!
Yo es que sólo tuve un pez (bueno, una peza, o como se le diga al pez femenino), así que nunca he presenciado lo de los besitos. Mis gatos sí son mucho de mezclar el amor con el odio, aunque generalmente empiezan dándose besitos y terminan a zarpazo limpio. Besotes!!!
ResponEliminaYo tuve pececillos de pequeño, pero era traumático cuando te los encontrabas flotando de lado en la superficie
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