divendres, 24 d’abril del 2020

Santa Claus en abril

Tal como os conté, esto del confinamiento me pilló en pleno traslado, y ahora empiezan a llegar algunas cosas que tenía pendientes, ¡como las sillas! Me sabe muy mal, me siento culpable porque al pillarme de baja puedo permitirme quedarme en casa (cosa que hago a raja tabla, sobre todo porque no puedo apenas caminar), así que les agradezco muchísimo a los transportistas mantener mi casa con algo de orden y poder sentarme a la mesa a comer.


Vivo en una especie de pecera, un piso en un entresuelo sin balcones, pero con unos ventanales enormes desde los que no puedo evitar observar la calle. Hoy me he fijado en el repartidor de Amazon, sin mascarilla, que deja su furgoneta aparcada en la plaza y va repartiendo paquetes en el barrio como si se tratara de Papá Noel. A mí que me tenía preocupada que en mi apartamento ya no tengo chimenea, ahora sé que por Navidad él podrá llegar... y hoy, si tengo suerte, porque sé que el roncador le ha dejado un regalito para mí y mi nuevo hogar, después de un Sant Jordi sin rosas ni libros (qué raro todo).

5 comentaris:

  1. Así te entretienes un poco. Un beso

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  2. durante la cuarentena, lo poco que he salido para lo imprescindible, ha sido por la mañana. por la tarde, no sé ni cómo está la calle. a veces me asomo por la ventana pero casi no se ve a nadie...

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  3. Que importantes sehan convertido las ventanas y balcones a la calle...

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  4. Estos semanas están siendo raras para todos el mundo. Algo que nunca se había vivido antes. Tendremos que irnos acostumbrando porque a´´un nos queda.
    Un beso

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  5. Una ventana que da al exterior es un privilegio hoy día

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