El señor Evaristo vivió en esta casa durante toda su vida, o eso es lo que ocurrió en mi imaginación, después de todos los recuerdos que he encontrado en ella. Tengo algunos de sus muebles porque sus herederos tuvieron a bien dejármelos (o sea, que ni se molestaron en vaciar el piso). Me lo imagino no muy alto; atlético, ya que iba todos los días a nadar; y afable (aunque también tenía una colección de cuchillos y tijeras muy sospechosa, tal vez era carnicero, o asesino a sueldo).
Recuerdo que, el día del traslado, los chicos estaban descargando y una vecina cotilla (porque no tiene otro nombre) le preguntó a uno de ellos si se iba a trasladar al piso y le hizo el tercer grado, el otro, muy educado, le contestó: "Señora, que esto pesa", y la dejó con la palabra en la boca. Se convirtió en mi nuevo héroe. Y el pobre se lo merecía, porque en mi cocina hay un estante que atraviesa de punta a punta y, si pasas del metro ochenta, tienes que agacharte, pues creo que dejó su firma en ella, con la forma de su frente.
Pobre, aguanta a la vecina y se lleva un chichón de recuerdo.
ResponEliminaBesos!
Muy bueno, Ses. ¡Hay cada vecina! Y vecinos también eh?
ResponEliminaFeliz domingo
Pues sí que fue educado, sí, porque se merecía otra contestación menos cortés.
ResponEliminaBesos.
Ese protipo de vecina viene con todos los pisos XD
ResponEliminaBesitos.
Yo no tengo una vecina como esa, tengo dos.
ResponEliminaOtra cosa ¿has llegado a pensar que el señor Evaristo era en su época de profesión vaciador? Ahí lo dejo.
Saludos.
qué inoportuna la vecina, ponerse a hacer el interrogatorio cuando el hombre está en plena carga y descarga...
ResponEliminalo que cuentas al principio, parece el argumento de una novela. ;)
Es una casa con historia. Un beso
ResponEliminaNo me gustan mis vecinos.. :D
ResponEliminaOh, por casualidad es su profesión un detective como el Sr. James Bond 😉
ResponEliminaOuuuuuch xD
ResponElimina