Sobre el test (2a parte)

Después de unas horas del primer examen y a otras tantas del segundo, por mi mente solamente pasa una idea (que extrañamente no es el estudio), no sacar un número negativo. Con esto de que te restan por respuesta incorrecta, combinado con que a mí me enseñaron que es mejor contestarlo todo, mis matemáticas (algo oxidadas) se debaten en cuál será la cifra final para mi batalla, el examen.

Hoy en día, si vuestros hijos vienen con un 3, hay que alegrarse, no tiene un -2, que también podría darse. Me pregunto si de aquí unos años no cambiará el baremo y las notas irán del negativo al positivo. Con el examen en la mano, todavía hay cuestiones que no sé resolver, ni con el libro. ¿Será que me hago mayor o que los que las han redactado eran torturadores profesionales? ¡Si yo juro que estudié!

Sinceramente, no soy capaz de concentrarme en esos terribles ítems del examen (el corrector me ha puesto ítemes, a mí me enseñaron que valían las dos formas, pero vete a saber, ¿ni en eso doy una?¿Qué va a ser de mí?), seguramente, hubiera preferido que me preguntaran cualquier cosa, porque la edad ya la sabían, en la hoja venía nombre, apellidos, fecha de nacimiento, género... (bueno, no; diría que eso era sexo, no llegaron a tal grado de intimidad). Aquí estoy, esperando a mi próxima fecha, con desánimo, pero con coraje. Paradójicamente el próximo es sobre psicología de la motivación (que suena muy bonito, pero...).