He llegado a una conclusión muy lícita y reveladora: mi vecina del piso de arriba se pone tacones por el mismo motivo que le da por lanzar sillas contra el suelo, quiere llamar mi atención y no sabe cómo. Pues bien, mi querida conviviente de edificio, hay otras formas y maneras, con el aliciente añadido de que no me ponen de mala leche, sobre todo cuando lo haces a las 3 de la madrugada; y voy a explicártelos.
Cuando me traen un paquete y yo no estoy, puedes guardármelo y en cuanto me lo entregues te propondré compensarte con un café o con un té (lo que te apetezca más), con negarte a abrirle la puerta al cartero no hacemos nada, que el pobre siempre echa las cartas por debajo de la puerta. Luego está el manido saludo cuando me ves, porque lo de esconderte en cuanto me oyes igual me envía un mensaje equivocado, y ya he superado el tema de que tal vez huelo mal (hecho contrastado: huelo bien). Por hoy ya son bastantes aportes, si lo consigues, prometo no vengarme y meterte el zapato por...
Ay ¿qué haríamos sin esas vecinas, además de vivir más tranquilas?
ResponEliminaTe comprendo ;-)
Regálale unas zapatillas. Yo lo he pensado. Un beso
ResponEliminaCuanto más leo, más feliz soy de vivir en una adosada (sin nadie al lado, jajaja).
ResponEliminaBesitos.
Yo también lo era, cosas de la vida y del querer.
Eliminami vecina de arriba también es de las que taconean o mueven muebles a horas extrañas. eso sí, muchas veces oigo el chorro de agua de su ducha, así que al menos es una chica limpia.
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