Desde el día que entré en este piso he estado soportando las obras de los vecinos del ático, es como tenerlos dentro de casa, confinamiento incluido. Ha sido una tortura que estoy soportando estoicamente, aunque a día de hoy esté al límite de un ataque de nervios. Me imagino que habrán hecho un palacete y habrán construido una torre de Babel hacia el cielo, porque en mis 58 metros cuadrados no se pueden modificar tantas cosas. Da la sensación de que si no golpean de forma constante no trabajan, para mí que tienen una grabación y la ponen todas los días de buena mañana, porque los golpes son muy acompasados y rítmicos.
El caso es que tengo que arreglar toda la electricidad e insonorizar alguna pared, porque paso de la Comunidad, ya he tenido suficiente. Así que los constructores que vayan a venir tendrán que garantizarme una cierta cantidad de decibelios, como las motos Harley, que tienen el sonido patentado, porque o me hacen mucho ruido o mejor que se dediquen a otra cosa. En construcción, lo del ojo por ojo equivale a ruido por ruido.
Qué molesto es tener obras. Un beso
ResponEliminaSon los inconvenientes de tener vecinos al lado. Espero que sea breve y todo vuelva a la normalidad.
ResponEliminaUn abrazo
cuando llevo muchos días seguidos oyendo martillazos y taladros, pienso que no es posible que una obra sea tan 'destructiva' todo el tiempo. digo yo que también tendrá alguna fase más silenciosa de poner cemento y ladrillos...
ResponEliminaLas obras son eternas para quien las hace en casa, pero para los vecinos más todavía.
ResponEliminaBesos.
Oye, pues no es mala idea, ¿eh? No solo ya por obras, sino por alejarse un poco de la casa ajena. Yo estoy harta de conversaciones a grito pelado de mis vecinos. Todo es "Ainaraaaaaaaa" por aquí "Ainaraaaaaaa" por allá... boj
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