Blancanieves

Me he propuesto hacer como en el anuncio: tomar como mínimo una pieza de fruta al día. A priori no puede ser tan difícil y en eso estoy. Cada vez que entro en la frutería salgo con una bolsa repleta de frutita apetitosa, de colores preciosos, de los que atraería a la madre naturaleza, aunque la mitad luego destiñan; no sé si os habéis fijado que la fruta a veces, al mojarla, pierde ese tinte que le ponen para que tú no puedas evitar ir directamente a esas fresas, a esa manzana que parece de cuento de hadas y que tú puedas creer que vas a convertirte en Blancanieves.

Dicen que la fruta tiene esos colores llamativos, justamente como atracción, y por eso algunos animales usan esos tonos para atraer a sus presas, lo mismo que hace el de la frutería, ya os lo digo yo, porque de ilusión también se vive, pero de fruta se ve que a mi cuerpo serrano no le apetece vivir, y luego en la nevera toda esa comida sana pasa a fosilizarse en algun cajón. Me pregunto si también sucederá con los olores, igual que con los colores, porque por ejemplo las plantas aromáticas repelen a los insectos, y a mí me vuelve loca el olor a higos maduros (soy consciente de la connotación a la que os lleva, y si no lo hace ya lo ha hecho mi mente sucia).