La gata va a por pan

Los que me seguís en Instagram ya sabéis que Gata nos dejó hace más o menos un mes. Con lo pequeñaja que era y dejó un vacío en mí enorme. Ahora ha llegado Grimsi, para llenarlo con creces. Se parecen como dos gotas de agua, salvo contadas excepciones que marcan absolutamente la diferencia, esta pesa como el doble, es endemoniadamente bizca, y necesita que absolutamente durante toda la noche le hagas todos los mimos del mundo y, durante el día, desaparece. 

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Cuando digo que desaparece no es broma, he llegado a pensar que ha aprendido a abrir la puerta de casa y que de vez en cuando se va a dar largos paseos, que pueden durar como dos horas en las que no la encuentro y, de repente, aparece como si no fuera con ella y hubiera estado allí durante todo el tiempo. Un día de estos le doy dinero, a ver si me trae el pan. El caso es que ya consiguió escapar del transportín: vi una uñita que deslizaba mañosamente hasta abrir la cremallera y desaparecer, os lo prometo por lo más sagrado, que es el dinero, pareció un acto de magia.