La semana pasada no fue especilamente alegre, tal vez porque se acercaba Semana Santa y ya estábamos cansados por el peso de un curso, especialmente extraño y difícil de llevar. A pesar de ello, los alumnos siempre me dan alegrías y anécdotas que podrían darme para un libro. Justo estaba acabando la hora del recreo y en ese momento complicado en el que les cuesta tanto entrar, y más ahora que lo hacemos por turnos y por recorridos que parecen el camino de baldosas amarillas de Oz. Así que tuve que echar mano del profe del poder de la persuasión, que en este caso fue fácil, puesto que mi argumento era que tenían educación física y ese profesor es muy rígido con la puntualidad. Ante el peligro de que les pusieran un retraso o un castigo (porque al que llega tarde le toca recoger la clase), la mayoría entró; pero se quedó el espabilado, el pillo, el que tiene el don de la palabra y que cae bien a todo el mundo, o sea, mi favorito.
Me dijo: a mí me chupa la polla el profe. Por algo me llaman la profe vacilona, porque mi respuesta fue: ¿Ah, sí? ¿Eso te hace?No lo sabía. Ahora mismo voy a preguntárselo. Entró entre risas y acongojado, y yo he tenido esa carta bajo la manga en varias ocasiones, cuando ha intentado ponerme a prueba, que lo ha mantenido bajo mi yugo opresor de docente.
A mi me acongojarias más tú que el profe de la puntualidad.
ResponEliminaMe encantan los críos espabilados, los que la hacen y no les pillas, pero nunca hay que dejarles ganar que se acostumbran.
ResponEliminaMuy bueno el símil de la caminería del Mago de Oz.
ResponEliminaEn cuanto al chaval. Diferimos mucho, para mí, alguien que se exprese así, sería muy difícil tenerlo como favorito.
cuando le respondiste eso, me imagino al chaval diciendo: "no, no, profesora, déjelo... si era broma...", entre sudores fríos. :D
ResponEliminaParece que valorás el don de la palabra, algo interesante en una profesora.
ResponEliminaToda una anécdota. Me parece que estuviste astuta.
Besos.
No me cabe ninguna duda al respecto: ese alumno está destinado a ocupar el cargo de defensor del pueblo.
ResponEliminaExcelente respuesta. Suelen entender enseguida como está el equilibrio de fuerzas.
ResponEliminaLa agilidad es un arma infalible para esos "chulillos", le das la vuelta al guante... A mí un curso de segundo de bachillerato, cuando entré en clase, habían dado la vuelta a las sillas y estaban mirando al fondo todos bien sentaditos: no dije nada, me fui al fondo y di la clase desde allí.
ResponEliminaBss
Bss
Pues a mí me has dejado con la boca abierta... me ha sorprendido, y mucho, la respuesta del chiquillo.
ResponEliminaBesos.
Existen dos formas de tratar esas cosas, la rígida, legal con el palo y la zanahoria o esa, la del sarcasmo, la del quiebro inesperado que te hace pensar tus palabras y que recuerdas con cariño al cabo de unos años.
ResponEliminaEsta claro qué profesores son los que de verdad te influyen en la persona que acabaras siendo ;)
Si es tan deslenguado, mala cosa.
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