REDRUM

Estoy enganchadísima a una serie de forenses, creo que es de los países nórdicos, no sé por qué últimamente siempre acabo viendo filmografía originaria de esa zona del planeta, no creo que sea por los macizos, porque sus cánones de belleza tienden a idealizar al tipo morocho, ya muy visto entre nosotros, habiendo entre sus especímenes rubiales que me quitarían el hipo (supongo que es por lo exótico, precisamente, de ser moreno).  El caso es que lo de los asesinatos y la criminología siempre me ha atraído, y lo de la luz violeta y la sangre... es que en mi piso se vienen un día con esa luz y lo flipan, porque después de 12 días con la menstruación os aseguro que brillo como un gusiluz si me enfocan directa.  Como Facebook ya me tiene vetada desde hace años, puedo hablar de lo que me dé la gana.

Y el caso es que en mi casa ocurren cosas extrañas, sin ir más lejos, hace unos días chocó un pájaro contra mi ventana (no se hizo nada, en este blog no maltratamos a los animales), me sentí como en una peli de miedo, pero de las de antes, de las de Hitchcock, de las de mal rollo psicológico, que a mí Vértigo me tuvo de frenopático durante días (claro que era muy niña cuando la vi por primera vez); o esa maravilla que es El resplandor, de Kubrick, en su adaptación de la novela de Stephen King.