Tal como ya dije hace tiempo, me puse a dieta. Estoy enamorada de mi nutricionista, una mujer que se sorprende cada vez que me pesa porque no me recuerda gorda (no me digáis que no es un sol). Eso es porque lo tenía todo contenido en una única parte del cuerpo: el culo. La verdad es que perdí mucho peso en poco tiempo, y fueron dos cambios muy simples que afectaron a mis dosis de café -tranquilos, la cafeína sigue entrando en mi cuerpo, de lo contrario moriría, lo mío con la cafeína viene a ser como la sangre al vampiro.
Ahora ya no endulzo el café con kilos de azúcar y, por supuesto, tomo desnatada (cualquiera diría que echaría de menos la nata en la desnatada, es como beber agua, pero a todo se acostumbra una). Suelo comer un poco de todo, sobre todo sano, porque es más un aprender a comer bien que a hacer dieta... Y exorcizar mis deseos más profundos, o sea, no pasar por delante de una pastelería. Ahora cuando me cruzo doy una grito: sal de mí, Satanás.
Con una contada excepción, "els xuxos", que están tan ricos que ni engordan; ¿cómo va a engordar algo tan bueno?
Claro que si, las cosas tan buenas no cuentan, tienen dispensa nutricional 😉
ResponEliminaUno a lo mejor no, pero uno detrás de otro lo mismo sí, mira a ver.
ResponEliminaBesos!
Jajaja yo últimamente he conseguido dejar la cafeína.
ResponEliminaBesos
de engordar, engorda con algo que esté bueno. :D
ResponEliminayo he pasado una gastroenteritis hace poco, así que durante unos días he estado a dieta forzosa.