Siempre he sido una profesora algo temeraria: todavía se acuerdan de mí mis alumnos de electricidad de PFI (programas de formación inicial) cuando les hablaba de los riesgos laborales y de que debían tener más cuidado, sobre todo porque me habían quemado una cortina del aula en uno de sus ejercicios prácticos y ya tenía sospechas de alguna tendencia pirómana que quería reprimir.
Advertencia: puede herir las sensibilidad de algunas inteligencias.
Así que todos los viernes, a última hora, cuando faltaban pocos minutos para acabar la semana, les ponía un vídeo de esa mítica serie (que deberíamos recuperar, porque era sublime), llamada Mil maneras de morir. Para los que no os suene, era una fantástica colección de capítulos donde se narraban los devaneos de personajes a los que les ocurrían cosas terribles, y que solían acabar en muerte agónica y dolorosa, por alguna incompetencia o ineptitud. Me siento muy satisfecha de haber formado a la generación más prudente, competente y cauta de ese centro escolar.
No sé yo si ahora mismo te pondrían un parte por esto, que hay quien se ofende por respirar.
ResponEliminaBesos!
Me encantaba esa serie pero dicen que las muertes que relataban, si bien plausibles, eran todas inventadas. Pero bueno, mientras tus alumnos no lo supieran... Besotes!!!
ResponEliminaBacano video.
ResponEliminaSaludos.
Mitiquísima serie! Era la risa! Las recreaciones eran lo más. Supongo que 999 de esas muertes eran más falsas que un votante de Ciudadanos demócrata, pero conseguían despertar la curiosidad de cómo de absurda sería la siguiente
ResponEliminaJajajjaa no sé si plantearlo como recurso en mis reuniones con tutores jajajjaa
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